LA SELVA DEL DARIEN

En la vastedad inexplorada del Darién, la selva fronteriza que se extiende a lo largo de 575,000 hectáreas entre Colombia y Panamá, emerge un desafío temerario y un sueño desesperado. Conocido como el «Tapón del Darién», este territorio impenetrable se erige como una barrera natural, donde la vegetación densa y salvaje se adueña del paisaje, y donde las carreteras se desvanecen ante su vastedad indómita.

Para aquellos que se aventuran a cruzar este enigmático laberinto de verdor, no hay atajos ni sendas trazadas. Cada paso es una lucha contra la inhóspita geografía, donde la jungla devora el ruido de la civilización y las criaturas acechan en las sombras. A través de esta región, miles de migrantes provenientes de Venezuela, Ecuador, Senegal, Haití, Cuba y otras naciones africanas se aventuran en busca de un sueño, aunque este sueño no llegue en tonos vibrantes.

Cruzar el Darién se convierte en una odisea extenuante que puede llevar hasta diez días de caminatas constantes y agotadoras. En caravanas extensas, los migrantes se abren paso entre ciénagas, ríos caudalosos y lodazales mortales que se disfrazan como tierra firme. En este desafiante viaje, cargan a niños en hombros o a la mano, enfrentándose a la naturaleza despiadada y a la inclemente presencia de animales salvajes. Entre los árboles ancestrales del Parque Nacional Natural Los Katíos, donde las sombras danzan y los ojos brillan con la intensidad de la jungla, pumas, jaguares, tigrillos pequeños, ratones silvestres, perros de monte, dantas y zorros se convierten en testigos silenciosos de esta travesía mortal.

A diario, miles de almas valientes se adentran en la selva del Darién, persiguiendo sueños en un cruce donde la muerte acecha en cada esquina. En este paisaje salvaje y deslumbrante, la esperanza y la desesperación se entrelazan, creando una narrativa compleja de lucha y resistencia en la búsqueda incansable de un futuro mejor.

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